martes, 7 de junio de 2011

El paro y la lepra. Relación si la hubiere

SINOPSIS

Hay que ver lo mucho que se te estima mientras estás trabajando y lo insignificantemente invisible que pasas a ser cuando, desde el paro, emprendes la búsqueda de trabajo. Trabajar o no trabajar, ‘that is the question’.

El paro y la lepra. Relación si la hubiere

Fácilmente caes en el olvido. Aunque trabajes a destajo dejándote la piel. Aún esmerándote en crecer mediante cursos miles y aprendiendo lo incomprensible. Saliendo siempre después del jefe a sabiendas de lo mucho que le fastidia que de otra manera sea. Tirando de carretas y carretones. Nunca premiado y normalmente ninguneado, cual papel inservible te arrugan y lanzan a la papelera.

Mientras estás en activo, para todo cuentan contigo. Te instan a realizar labores para las que no estás preparado. Te asignan más responsabilidades. Te motivan tratando de venderte motos que, de ninguna manera, te corresponderían. Prometen oro y moro asegurándote hasta vida eterna si sigues las recomendaciones. Pero la eternidad tiene otro significado en sus diccionarios. Es efímera en ese léxico. Tú, que te veías para siempre en aquellas filas, llega el día en que intuyes lo peor.

-      Arturo, vente a mi despacho –dice el jefe con tono de pocos amigos.
-      ‘A sus órdenes’ –piensas para tus adentros y de camino ya prevés la que se te viene encima.
-      Como bien sabes, la empresa está pasando por momentos difíciles y la situación actual nos obliga a prescindir de ciertos empleados –para ti ya no hace falta que continúe, pero él erre que erre– los ingresos han menguado y aunque soy consciente de la dificultad que supone el bla, bla, bla…–una hora de monólogo para terminar informándote de que no renovarás tu contrato. Vamos, que no requieren ya de tus servicios.

Cuarenta y cinco tacos y de cabeza al paro. Tres bocas que alimentar y un solo oficio tras años de servicio. Profesional hasta la médula, pero infectado de esa enfermedad tan contagiosa, el paro. Porque ser parado sería como tener lepra. Te aíslan en observación y se ponen mascarilla para atenderte en abarrotadas salas de espera. Al contarlo, la gente pone cara de asco, como de que hueles mal. Siempre dan esperanzas, pero nadie se anima a prestarte ayuda.

Tu perfil es demasiado específico y no existen ofertas que se ajusten a lo tuyo. Cuando a la desesperada dejas caer que andas buscando trabajo y comentas lo dispuesto que estás para cualquier cosa, todos dicen lo mismo. Todos.

- ¿Pero tú que sabes hacer? – preguntan con soberbia.
- Bueno, soy doctor en física nuclear y master en mecánica cuántica, pero valgo para cualquier cosa. Aprendo rápido, me comprometo al máximo y me esfuerzo en mejorar cada día –dices. Por muy elocuente que pretendas ser, lo siguiente se ve venir.
- Ahora mismo no se me ocurre nada, pero si me entero de algo te aviso –y ya sabes que eso nunca ocurrirá.

Con la misma –aunque más agravada– enfermedad, vuelves a casa. Te tomas el medicamento prescrito y mañana será otro lunes. A la sombra o al sol, pero lunes al fin y al cabo. En fin, ¿qué más dará el día?

Quizá el paro represente la oportunidad de moverte por el mundo. Si así lo crees, vete por ahí y quita ya esa cara de enfermo. 

Fuente: http://www.whattovisitinmalaga.com/es/elparo/

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta tus manías