lunes, 17 de enero de 2011

FELACIONES. "SI ME HACES YO TE HAGO"

SINOPSIS

Hay ciertas cosas que, por supuestamente evidentes, no parecieran necesitar ningún tipo de previa explicación. Pero, a veces, lo básico se pasa por alto y aquello que teóricamente todos sabemos se olvida puntualmente. Todos sabemos qué es una felación, pero ¿todos sabemos practicarla?

Felaciones. ‘Si me haces, yo te hago’

Tras viajar por ahí y salir de cacería sexual, ¿viviste alguna vez esa situación en la que deseando te lo hicieran, al pedirlo te responden seas tú quien empiece? Podría parecer justo, pero el egoísmo que muchas veces denota esa actitud resulta algo repugnante. Pareciera que la desconfianza depositada nos convierta en personas ingratas que, alcanzado su objetivo, levanta sus pantalones y se marcha por donde ha venido. Al contrario, cuando el que tienes delante se presta generosamente a realizar lo que deseas sin ponerle trabas al asunto, menos barreras sientes para, recíprocamente, abrirte a sucumbirle ante lo que desee de ti.

Muchas veces, el rechazo a la sumisión nos frena a tomar ciertos roles. ¿Cuántas veces no te habrás sentido vulgarmente sometido cuando de rodillas trabajándote el temita el otro empuja con la mano tu cabeza marcándote el ritmo y profundidad al que exige ocurra la acción? Puede resultar de lo más excitante, pero también soberanamente humillante dependiendo de con quién, cuándo y cómo tenga lugar. Así, alguien al que acabas de conocer e interprete esa actitud dominadora sin intercambio previo de más de cuatro palabras, se convierte en un impresentable. Drásticamente, la cosa cambia cuando, después de ciertas pistas, se entiende a qué y en qué circunstancias se está predispuesto. Entonces, esa humillación consentida se convierte en el mejor de los regalos.

El que se presta a realizar una felación debe recordar que los dientes nunca son buenos compañeros de viaje e impedir siempre su roce con la sensible piel del miembro. Evitarás así a tu pareja verse cual Pantoja ante paparazzis gritando: “¡¡dientes, dientes!!”. El método “chupa-chups” tampoco es el más excitante, pudiendo llegar a ser de lo más aburrido para el receptor de una felación. Lo más aconsejable es la penetración profunda, pero puntual e inesperada. Sin mantenerla siempre dentro porque podría llevarte a la asfixia o a un imprevisto vómito que convertiría la prometedora velada en algo escatológicamente anecdótico. Imparable lengua sobre el frenillo y lamido a modo de polo son técnicas agradecidas que permiten respirar entre puntuales penetraciones y que, junto a suaves caricias de testículos, conducirán al éxtasis.

Cuando el culmen se acerca, el interesado suele hacerse con la batuta para dirigir la acción hasta fin de acto. Es recomendable mantener tu excitación durante todo el proceso porque hay gran diferencia cuando esa motivación sigue presente. Regula en lo posible el grado de la misma para hacer coincidir las eyaculaciones y sentiréis ambos tal agradecimiento que querréis repetir cuanto antes.

Para el que recibe una felación recordar lo generosa que está siendo tu amante y, aunque está bien indicar cómo te gusta se te haga, no debes olvidar la consideración al otro y pedírselo con el mayor de los respetos. Consulta periódicamente cómo va la cosa y hazle sentir importante en todo momento. Algo clave: cuando notes que te vienes pregúntale qué quiere que pase. Vamos, que si desea lo que tú. En el cien por cien de los casos así será si haz conseguido mantenerle igual de cachondo.

Fuente: http://www.only-apartments.es/noticias/felaciones/

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