jueves, 13 de enero de 2011

“Barcelona, ciudad de las artes” ¿Cómo? Me lo expliquen…

SINOPSIS

Si por arte entendemos oleadas de niñatos repeinados con enormes gafas de sol en bermudas y bambas caras completamente borrachos y meando por doquier; vecinos hartos de esto y del ruido que hacen; mil bares, restaurantes y otros comercios uniendo lo cutre con lo caro y un sinfín de “expresiones artísticas” de soberana mediocridad, Barcelona es la ciudad de las artes por antonomasia.

“Barcelona, ciudad de las artes” ¿Cómo? Me lo expliquen…

Es verdad que hubo un tiempo - no hace tanto - cuando Barcelona era cuna de efervescente creación artística, donde el arte se dejaba ver en cada esquina y uno se sentía especial por vivir en ella. Había locales de acogedor ambiente - clandestinos algunos - donde no se veían camareros ahogados recibiéndote de mala gana y cobrándote siempre más de lo que deben y bebes. En la mayoría disfrutabas de buena música o teatro en riguroso directo y respirabas sublime intelectualidad entre sus clientes. Paseándose por sus calles observabas personas más o menos felices, pero siempre con cierta militancia en algún activismo de transgresor cambio. Por propia inercia heredada ya se estaba situando en el centro de toda mira y se la deseaba desde lejos.

No sé ni cuándo ni quién decidió impregnarle a esta ciudad la característica del usar y tirar que hoy presenta, pero consiguió su objetivo a corto plazo. Quien fuera, quiso situar Barcelona a la vanguardia de otras ciudades europeas posicionándola en el epicentro de la modernidad de un solo golpe. Entonces, invitó a renombrados cineastas a rodar en sus calles y a famosos arquitectos a construir edificios imposibles. Organizó sospechosos foros culturales de ocultos intereses urbanísticos e innumerables festivales de verano. Lanzó una agresiva campaña con efecto llamada y permitió al negocio de la droga proliferar sin límites, satisfaciendo así a los millones de sedientos jóvenes consumidores de juerga - que no de arte - a los que, a brazos abiertos, quiso recibir.

Así fue como de la ciudad de las artes - aún proclamado por sus eslóganes - se pasó a la ciudad de la fiesta desenfrenada. Aumentaron precios y asfixiaron a sus habitantes para hacerlos huir en éxodo y dejársela, de paso, a los que de paso vienen con bolsillos llenos.

Viendo esos museos de nula actividad con exagerados precios de entrada brindándonos todos a una puertas abiertas un solo día al año (lo que hace muy imprudente visitarlos en esa jornada); tantos edificios históricos abandonados de magistral diseño arquitectónico, pero en los que la mugre toma protagonismo desplazando al de gárgolas y dinteles y sufriéndose el caos no sólo circulatorio de sus calles y avenidas, se hace difícil entender a la Barcelona de hoy como una ciudad de artes y cultura. A no ser que sea la de la descafeinada moda en boga, la de la mediocre música electrónica o la de las caras y de mala calidad drogas de diseño.

A pesar de todo, la solera impresa que tiene esta ciudad sigue superando sus inconvenientes y el que por primera vez se enfrenta a ella disfruta de una experiencia inolvidable. Te invito a que vengas a ejercer un turismo responsable. Ese que respeta y ayuda a los que en el lugar viven y no del que aprieta y asfixia que, por forrarse rápido, las instituciones se han empeñado en seleccionar.

Fuente: http://www.blogonlyapartments.es/barcelona-artes/

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